La venda que colocada, revela.

No ver fuera y ver dentro.

Un masón realmente ve cuando está vendado.

En mi logia madre, al igual que en todas las de nuestro Gr:. Or:. y muy probablemente en las de los demás GGr:. OOr:. , por lo general a  los QQ:. HH:. que son neófitos se les exige elaborar y presentar una pieza de arquitectura donde describa con sus palabras lo que percibió durante la iniciación. La mayoría de nosotros debemos y contamos lo que limitadamente apreciamos mientras estamos vendados, y quizás lo hacemos sin percatarnos de que, lo realmente intenso lo vivimos «de la venda hacia adentro». Los sonidos, las palabras y la entonación de las frases, nos llevan a un lugar paralelo, donde no hay lindero que pueda dar arista o referencia alguna al mundo que se nos está abriendo. Luego, en la calma que da la soledad, posteriormente a esa extraordinaria experiencia, es quizás cuando medio distinguimos todo lo que ha ocurrido: la venda en nuestros ojos no ha hecho otra cosa que llevarnos  a vernos a nosotros mismos, hacia el interior de nuestro ser y plantearnos preguntas tales como: antes de hoy, ¿estaba viendo todo como era en realidad o era todo una ilusión?,  ¿acaso lo que ha estado entrando a mí durante toda mi vida a través de mis sentidos, es la totalidad de lo que los hombres llamamos «realidad»?

En la respuesta a esas preguntas está la aldaba de una gran puerta: la puerta del Templo que nos lleva a otra dimensión que ocupa un espacio mucho mayor al mismo universo en el que vivimos. Es el mismo o un similar sentimiento al que tenemos, por ejemplo,  cuando estamos en una reunión con personas que conocemos desde hace tiempo y de repente llega alguien y nos dice al oído algo que hace que a partir de ese momento no veamos allí a nadie igual que antes, que las relaciones preexistentes cambien, que vínculos que creíamos que existían nunca existieron, y que nuevos vínculos de unión escondidos surjan.

Es allí cuando quizás nos percatamos que en la medianía de nuestra vida llega el momento de ver todo diferente, más claro, más verdadero. Es allí cuando nos damos cuenta que otra venda siempre estuvo y que hasta ese día con otra venda se nos ha quitado el velo ancestral que cubría nuestra visión del mundo y se nos ha revelado esa nueva dimensión, esa nueva realidad, ese Templo que siempre estuvo allí, escondido entre nuestras experiencias.

Todo cobra nueva vida: todo tiene un nuevo valor, todo tiene una nueva importancia. Como cuando estábamos en nuestra cápsula perfecta, flotando en líquido, donde no faltaba nada y, de repente, todo cambió, porque un universo entero se nos reveló. Cuando nos dieron a luz, cuando vimos la luz.

La venda que nos colocan,  revela. Esa venda es la gran diferencia.

Y esa es nuestra gran diferencia: una diferencia envidiada, admirada, criticada, exaltada,  muchas veces perseguida y ultrajada, pero NUNCA pasada por alto. 

Somos Los Masones: los alumnos de Pitágoras, los constructores del Templo, los Caballeros Templarios, los Enciclopedistas, los Fundadores de Naciones, los custodios del Secreto de los Tiempos, villanos, los héroes, los malvados, los salvadores, los defensores de las religiones, los perseguidos por las iglesias. Y por increíble que parezca, somos ESO Y MÁS: MUCHÍSIMO MÁS.  

No importa que se nos atribuya o qué se nos quite: seguiremos siendo lo que decidamos seguir siendo, ya que estando vendados, hemos visto la luz. Por y para el bien de toda la Humanidad

S:. F:. U:. , un T:. A:. F:. a todos.

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